Viernes Santo, 2 de abril de 2021. 5,30 horas de la mañana. Las puertas de la Iglesia de El Salvador permanecen cerradas. Un año más se suspende la procesión Camino del Calvario.
Tristeza, pena, frustración, desolación son sentimientos que se manifiestan en los hermanos de san Juan. Es lógico. Sabemos que pese a lo que se diga este año si hay Semana Santa, sí hay celebración de los misterios de la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Sabemos que san Juan está ahí, junto a nosotros, en su capilla, en nuestra vida durante todo el año. Pero también sabemos que queremos celebrar anualmente el acto sublime de la hermandad cual es acompañar en procesión “Camino del Calvario” nuestra sagrada imagen y rememorar así nuestros sentimientos, devoción y tradición consustancial e inseparable de nuestra propia personalidad.
Aunque esas sensaciones o sentimientos descritos no pueden ser ni los únicos ni los principales que nos acompañen en estos días, sino otros muy distintos, principalmente los de confianza y esperanza de los que san Juan nos da sobradas muestras. De confianza como cuando atónito y confuso por la situación que Jesús expone en la última cena reconforta su cabeza en el hombro del maestro sabiendo que sea lo que venga no habrá mejor espacio que vivirlo con él. Esperanza como cuando corre raudo al sepulcro aventajando al otro apóstol por su juventud para constatar la resurrección de Cristo. Muestras de su esperanza concurren hasta en su misma vestimenta de color verde.
Y estos valores de san Juan son los que como hermanos suyos nos deben acompañar. Tengamos confianza y esperanza de que esto pasará. Que saldremos de aquí, más fuertes y que lo que perdurará es nuestra devoción a san Juan y el sentimiento de hermandad. Tengamos esperanza y confianza en que al próximo Viernes Santo a las 5,30 horas se abrirán las puertas de El Salvador que sobre las 6,00 horas saldrá nuestra Sagrada Imagen acompañada de sus hermanos, que en “botes” oiremos el tan anhelado y esperado “San Juan”, que inundaremos las calles de Cuenca de capuces verdes de Esperanza y que tras una gloriosa procesión veremos a la turba ensalzada a las puertas de El Salvador al grito emotivo “ay, que se va, que se va” para despedirnos con el último “San Juan” y el corazón conmovido para todo el año.
Tengamos un recuerdo para los hermanos fallecidos de la hermandad en este tiempo de pandemia que ellos si podrán este Viernes Santo, junto al amado discípulo, celebrar la procesión del cielo cual plasmó nuestro hermano Rafa Pérez en su cartel de 2017. Quería también tener una referencia para los más pequeños y para sus padres. Que les sigan hablando de san Juan, de la Hermandad, haciéndoles vivo el Viernes Santo de modo que al año que viene no lo tengan como algo aprendido, sino vivido.
Juan Vicente Langreo Huerta
Representante en la JdC